Soledad, incertidumbre y magia… Soy un demonio sumergido en el averno al que desean rescatar y llevar al lugar que le corresponde. Sin embargo, mi decisión es pertenecer aquí, al Más Allá, porque no es cierto eso que dicen: la muerte no es el olvido. Yo soy la prueba de ello.
2.10.2003 fue el día en el que todo cambió para Diletta Mair.
El día en que se dio cuenta de que había algo más, de que los ángeles existían y no eran como ella creía, de que el infierno era real y los demonios lo poblaban, de que quien la condenó era el único que podía salvarla y de que se había transformado en aquello que más temía.
El 2.10.2003 no fue un día corriente. Fue el día en que Diletta Mair murió.
Belén Martínez Sánchez ganadora del premio Darkiss
Fragmento del libro sacado directamente por la autora.
MOMENTOS CRUCIALES
El chico se metió el puño en la boca, ahogando un dolor que parecía destrozarlo por dentro. Lo oí soltar gemidos estrangulados, bajos y medio mudos. Y entonces, se arqueó con brusquedad a la par que desde su espalda surgían dos enormes rectángulos de luz que se extendieron a ambos lados de su cuerpo, envolviéndolo como si fuese un manto luminoso.
Abrí la boca sin poder evitarlo. No podía ser. Él no…
Con una rígida sacudida, se puso en pie, perfectamente estirado sobre las puntas de los pies. Había alzado el mentón y la luz del sol se reflejaba en sus facciones. En aquel momento, podía ver con total perfección en qué se habían convertido aquellos rectángulos de luz, que habían brotado como rayos de su columna vertebral.
Alas. Alas blancas.
Era un Ángel.
Antes de que llegase a reaccionar, las batió un par de veces y salió propulsado hacia arriba, separando con elegancia sus pies del suelo.
Me escondí entre las ramas de los árboles y me preparé, por si tuviera que defenderme. No hizo falta, sin embargo, porque me dio la espalda, sin darse cuenta de mi presencia, y se alejó del árbol en el que me encontraba, convirtiéndose en luz, confundiéndose con todo lo que le rodeaba.
No podía creerlo.
Un Ángel… e iba al encuentro de aquella muchacha.
«Diletta, Diletta… menuda sorpresa te vas a llevar». Apreté los dientes y golpeé con los nudillos apretados el tronco del árbol. «Espero que sepas correr rápido, porque tendrás que hacerlo cuando debas huir de él».
- No disponible.
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